Jueves 26 de diciembre de 2013 | Publicado en edición impresa
La Navidad de Francisco: todos por la paz
Por Elisabetta Piqué
| LA NACION
ROMA.- El primer mensaje de Navidad del papa Francisco tuvo ayer
un eje central: la búsqueda de la paz, de un mundo mejor, en el que no
haya guerras, marginados ni tragedias de inmigrantes o desplazados.
Frente a unas 70.000 personas que invadieron la Plaza
San Pedro y los millones que seguían el tradicional urbi et orbi (a la
ciudad y al mundo), por radio y televisión, pidió el cese de la
violencia en Siria y en todos los rincones del mundo, y que nunca más
haya tragedias como la de Lampedusa. Fiel a su estilo, hubo una novedad:
incluyó en su mensaje a los no creyentes, a quienes también llamó a buscar la paz. "Los invito a estar todos unidos, con la oración o el deseo. Pero todos, por la paz", dijo. La invitación a los no creyentes a unirse no estaba
prevista en su discurso: la improvisó en el momento en que empezó a
aludir a los distintos conflictos que asolan al planeta. Fue una nueva
señal de apertura a quienes no forman parte de la Iglesia
Su mensaje lo había iniciado con una bendición sencilla. "En este
día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde
gruta de Belén, pido para todos ustedes el don navideño de la alegría y
de la paz: para los chicos y los ancianos, para los jóvenes y las
familias, para los pobres y marginados", dijo.
"Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad a todos!", exclamó. "¡Francesco! ¡Francesco!", coreaba una multitud entusiasmada, en la que se destacaban los argentinos con banderas (ver Pág. 4) "Este papa es un mito, es uno de nosotros", dijo a LA NACION Giulio Di Lemma, jubilado de 65 años, que se tomó un tren desde Ladispoli, a media hora de esta capital, para estar en el primer urbi et orbi navideño de Francisco.
"Tú, príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo", también clamó. "Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos", pidió. "Sana las llagas de la querida tierra de Irak, azotada todavía por frecuentes atentados", agregó, al mencionar asimismo a "cuantos sufren persecución a causa de tu nombre". "Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa", dijo.
Francisco pidió una conversión de quienes están involucrados en la trata de seres humanos, "para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad". Y pidió atención por los chicos secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y por los que se ven obligados a convertirse en soldados. El Pontífice pidió atención a nuestro planeta, "que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explotan indiscriminadamente". Finalmente, pidió no pasar de largo ante el niño de Belén. "¡Dejemos que nuestro corazón se conmueva: no tengamos miedo de esto! ¡No tengamos miedo de que nuestro corazón se conmueva!", clamó, provocando más aplausos.
Mi madre me llamó desde Mar del Plata para saludar el 24. Me contó que encontró en su celular (que solo usa en la Costa) un mensaje mío del verano pasado, en el que le decía que sentía que Bergoglio sería el nuevo Papa.
"Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad a todos!", exclamó. "¡Francesco! ¡Francesco!", coreaba una multitud entusiasmada, en la que se destacaban los argentinos con banderas (ver Pág. 4) "Este papa es un mito, es uno de nosotros", dijo a LA NACION Giulio Di Lemma, jubilado de 65 años, que se tomó un tren desde Ladispoli, a media hora de esta capital, para estar en el primer urbi et orbi navideño de Francisco.
"Tú, príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo", también clamó. "Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos", pidió. "Sana las llagas de la querida tierra de Irak, azotada todavía por frecuentes atentados", agregó, al mencionar asimismo a "cuantos sufren persecución a causa de tu nombre". "Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa", dijo.
Francisco pidió una conversión de quienes están involucrados en la trata de seres humanos, "para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad". Y pidió atención por los chicos secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y por los que se ven obligados a convertirse en soldados. El Pontífice pidió atención a nuestro planeta, "que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explotan indiscriminadamente". Finalmente, pidió no pasar de largo ante el niño de Belén. "¡Dejemos que nuestro corazón se conmueva: no tengamos miedo de esto! ¡No tengamos miedo de que nuestro corazón se conmueva!", clamó, provocando más aplausos.
En su primera misa de Gallo en la Basílica de San Pedro, hizo que le trajeran la estatuilla del niño Jesús al principio de la ceremonia, cuando el coro de la Capilla Sixtina entonó el Gloria, una novedad en el Vaticano. En su primera homilía navideña, hizo hincapié en la importancia de los últimos. De hecho, subrayó que cuando nació el niño Jesús, en un pesebre de Belén, fueron los pastores los primeros que recibieron el anuncio "porque eran los últimos, los marginados". El Papa explicó la Navidad como una luz que irrumpe en las tinieblas. "Dios nos ama". Como dijeron los ángeles a los pastores : también yo les repito a todos: «No teman». Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y Él es nuestra paz".
Mi madre me llamó desde Mar del Plata para saludar el 24. Me contó que encontró en su celular (que solo usa en la Costa) un mensaje mío del verano pasado, en el que le decía que sentía que Bergoglio sería el nuevo Papa.